Decisión y
Consecuencia
Deuteronomio
30:15-20
“Mirad, hoy
os doy a elegir entre la vida y el bien, por un lado, y la muerte y el mal por
el otro. 16 Si obedecéis lo que hoy os ordeno, y amáis al Señor vuestro Dios,
seguís sus caminos y cumplís sus mandamientos, leyes y decretos, viviréis y
tendréis muchos hijos, y el Señor vuestro Dios os bendecirá en el país que vais
a ocupar. 17 Pero si no hacéis caso de todo esto, sino que os dejáis arrastrar
por otros dioses para rendirles culto y arrodillaros ante ellos, 18 en este
mismo momento os advierto que moriréis sin remedio, y que no estaréis mucho
tiempo en el país que vais a conquistar después de haber cruzado el Jordán. 19
En este día pongo al cielo y a la tierra por testigos contra vosotros, de que
os he dado a elegir entre la vida y la muerte, y entre la bendición y la
maldición. Escoged, pues, la vida, para que viváis vosotros y vuestros
descendientes; 20 amad al Señor vuestro Dios, obedecedle y sedle fieles, porque
de ello depende vuestra vida y el que viváis muchos años en el país que el
Señor juró dar a Abraham, Isaac y Jacob, vuestros antepasados.”
Toda
nuestra vida es como una cadena llena de
eslabones que se va formando de cada una de nuestras decisiones y debemos
entender que cada decisión que tomamos tiene sin remedio alguno, una
consecuencia.
Dependiendo
de nuestra decisión, vendrá nuestra consecuencia.
Esta ley está reflejada en la propia natualeza con la física universal:
3ª Ley de
Newton:
A toda acción corresponde una reacción
en igual magnitud y dirección pero de sentido
opuesto.
En un sentido más sencillo estamos diciendo:
Siempre que un objeto ejerce una fuerza sobre otro objeto, el segundo
objeto ejerce sobre el primero una fuerza igual y en sentido opuesto.
A una fuerza le llamamos acción y a la otra fuerza le llamamos reacción, las dos interactuan siempre juntas, de tal manera que no existe la una sin la otra. De igual forma sucede con nuestro actuar en la vida, una fuerza es nuestra decisión y la otra es nuestra consecuencia, y están ligadas, de tal forma que siempre que exista la una, se presentará la otra.
Dios nos
presenta lo bueno y lo malo, la vida y la muerte, nosotros sabemos lo que es un lado y el otro, somos seres conscientes de una realidad y es nuestra responsabilidad elegir y decidir, pero aun así, Él nos da las pistas y nos dice
que será mejor que escojamos la vida y lo bueno que proviene de Él, de lo
contrario habrá en nuestras vidas desdichas, que serán la consecuencia de
nuestra decisión.
Cada uno de
nosotros está equipado por Dios de una voluntad, esa voluntad es el deseo que
está dentro de nosotros para realizar las cosas, nosotros decidimos si queremos
llevar a cabo ese deseo. Dios mismo
tiene una voluntad y su voluntad es perfecta, lo que Él en su voluntad desea,
lo realiza, siempre con un propósito bueno y de vida.
Job 23:13
»Pero si Él
decide una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Lo que desea, lo realiza.
Pero Él es
Dios, Él es omnisciente, Él conoce lo bueno y lo malo y las consecuencias de lo
uno y lo otro, porque su sabiduría se adelanta a los actos y conoce así lo que
sucederá ante las decisiones.
Nosotros
somos humanos caídos, y es a través de las experiencias vividas que aprendemos
de nuestros actos, pero las consecuencias de nuestras decisiones son
inevitables y nos acompañarán en nuestra vida terrenal, y hay decisiones que trascenderán más allá de
esta vida.
Es difícil
tomar buenas decisiones, pero los creyentes cristianos tenemos una gran ayuda
para saber tomar buenas decisiones y es la oración, ese momento de reflexión, en el que puedes hablar con El Padre Celestial y Él te escucha, porque es por la oración
que El Espíritu Santo nos guía hacia la perfecta voluntad de Dios.
Aprendamos
a tomar buenas decisiones, porque de ellas depende nuestra vida y la vida de
los que están a nuestro alrededor, pues tus decisiones no sólo te afectan a ti
sino que las consecuencias se presentarán en todo nuestro entorno, afectando
así a nuestros hijos y a nuestros seres queridos.
En esta vida, enfrentaremos momentos de disyuntivas, en las que tendremos que tomar importantes decisiones pero de todas, hay una de prioridad:
Apocalipsis
3:20
Yo estoy a
la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré
con él y él conmigo.
Cristo está
a tú alcance, Él toca a tu corazón, tú decides si abres o no tu puerta.
La decisión
más importante de nuestras vidas es la de abrir nuestro corazón y aceptar a
Cristo como Nuestro Señor y Salvador, porque de esta decisión depende nuestra
Eternidad con Él.